Capítulo 22
Pero los demás no eran tan fáciles de engañar. Un chico sentado al lado de Manolo lo miraba con burla y, moviendo el dedo índice frente a él, comentó:
-Parece que no has dado ni un solo paso, Manolo, jasí no avanzas nada!
-Deja de hablar tonterías -Manolo, con sus largos brazos, rodeó al chico que se inclinaba hacia él y le tapó la boca con una mano, un poco molesto. Luego se volvió hacia Mercedes con una sonrisa incómoda-. Merce, no les hagas caso. Patricio simplemente disfruta inventando cosas.
Mercedes asintió, sintiéndose un poco incómoda bajo la mirada de tantas personas. En el laboratorio, todos solían estar muy concentrados y rara vez hablaban de algo más que no fueran los experimentos. Esta era su primera cena con ellos desde que regresó al laboratorio hace un año, y no había visto antes a sus compañeros de trabajo tan… animados.
Sin embargo, Mercedes sabía que no había malicia en sus miradas, solo curiosidad. Después de todo, todos dedicaban su tiempo y esfuerzo a los experimentos, y no tenían muchas diversiones.
El chico al que llamaron Patricio era un antiguo compañero de clase de Manolo. Habían estudiado juntos y ahora, bajo el mismo tutor, seguían siendo muy buenos amigos.
En ese momento, Patricio, con la boca tapada, intentaba liberarse, pero su voz sonaba ahogada:
-¡Manolo, suelta, estás equivocado!
Pero la mano de Manolo no se movía. Patricio, viendo que no lograba soltarse, tuvo una idea.
-¡Puaj! -escupió de repente, y la cara de Manolo se oscureció al instante. Rápidamente soltó a Patricio y, con gesto de disgusto, comenzó a limpiarse la mano con una servilleta.
Al ver esto, los demás estallaron en carcajadas, y la situación incómoda se pasó.
-¡Patricio, eso fue jugar sucio!
Uno de los amigos le hizo un gesto de aprobación con el pulgar, a lo que Patricio respondió con orgullo:
-¿Qué sabes tú? Esto no es jugar sucio, jes estrategia mental!
Después de terminar la comida, alguien sugirió cambiar de lugar. En Sierra Plata no había muchos lugares de karaoke, y ya era tarde, así que optaron por ir a un bar que parecía decente. Como eran muchos, reservaron un salón privado.
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El ruido ensordecedor de la planta baja quedé bien aislado cuando Mercedes, siguiendo a Manolo y tomándole de la mano, entró al salón, Solo entonces relajó el ceño fruncido.
Pero pronto se dio cuenta de que habla relajado el ceño demasiado pronto.
Quizás porque desde pequeña no estuvo rodeada de personas especialmente ruidosas. Sus padres rara vez estaban con ella, y su esposo no era precisamente una persona extrovertida. Los chicos y chicas que ahora agarraban el micrófono y cantaban a todo pulmón hicieron que el salón se llenara de un ruido comparable al de la planta baja.
Mercedes nunca habla imaginado que unas pocas personas podian armar tanto escándalo
Aunque al principio el ruido le molestó, terminó acostumbrándose y, en cierto modo, comenzó a disfrutarlo.
Benito, su tutor, se convirtió en el blanco principal de todos para beber. Manolo y Mercedes también recibieron su parte de atención.
Algunos de los presentes no conocían a Mercedes porque cuando ella dejó el laboratorio para casarse, ellos apenas habían empezado a trabajar con Benito. No creian del todo en las historias sobre la joven prodigio.
Pensaban que si realmente fuera tan talentosa, no estaría atrapada en una pequeña familia. Ser estudiante del Dr. Benito era ya un logro, pero las historias sobre Mercedes parecían exageradas.
Al principio pensaban así, hasta que Mercedes regresó al laboratorio y demostraron que lo imposible era posible.
Ahora, frente a la prodigiosa Mercedes, se sentían un poco avergonzados por sus pensamientos iniciales, pero eso no impidió que le ofrecieran tragos sin piedad.
Al final, la mayoría de las bebidas terminaron en la boca de Manolo, lo que resultó en que él y el Dr. Benito fueran los más borrachos cuando la noche llegó a su fin.