Capítulo 23
Cuando Mercedes ayudó a Manolo, que estaba tan borracho que apenas podía mantenerse en pie, a subirse al auto para volver a casa, no pudo evitar reír al ver cómo su cabeza caía sobre su hombro.
-Mira que siempre quieres aparentar ser el fuerte, y ahora mírate, hecho un verdadero borracho.
Parecía que Manolo había escuchado su comentario burlón, pues se movió inquieto, y su cabello suave rozó la oreja de Mercedes, provocándole un cosquilleo que la hizo retroceder un poco. Sin embargo, Manolo murmuró algo y acomodó su posición, volviendo a recostarse sobre su hombro.
Todo el peso de Manolo parecía recaer sobre ella, y aunque el olor a alcohol era fuerte, a Mercedes no le resultaba desagradable.
-Merce…
La voz de Manolo era apenas un susurro, y Mercedes pensó que quizá lo había imaginado. Cualquier otra palabra que él pudiera haber dicho se perdió entre el ruido del tráfico.
Mercedes quería escuchar más, pero el conductor anunció que habían llegado a su destino. Resignada, pagó el viaje y ayudó a Manolo a bajarse del auto.
Afortunadamente, la casa de Manolo no estaba lejos. Ambos vivían en edificios altos, pero el ascensor facilitó el proceso de llevarlo a su hogar. Viendo el tambaleo en su caminar, Mercedes supo que él no podría arreglárselas solo para prepararse para dormir. Por suerte, Manolo reconoció el lugar y se dirigió directamente a su habitación.
Mercedes suspiró aliviada, pero antes de que pudiera relajarse por completo, escuchó un fuerte “ipum!” proveniente del dormitorio.
Corrió rápidamente y al ver lo que había pasado, no pudo evitar reír. Manolo había caído en el suelo, lejos de la cama. Estaba profundamente dormido, y Mercedes no sabía si estaba realmente dormido o inconsciente.
Preocupada de que se hubiera lastimado, Mercedes fue a revisarlo. Notó que había caído primero en la cama y luego se había deslizado al suelo. Con un suspiro resignado, lo ayudó a volver a la cama. Justo cuando iba a cubrirlo con las sábanas, él la abrazó, atrapándola en su abrazo.
Sorprendida, Mercedes intentó liberarse, pero Manolo la sujetó más fuerte. El calor de su pecho firme, junto al aliento con olor a alcohol en su oído, la hicieron sonrojar.
Entonces, finalmente escuchó claramente lo que Manolo murmuró.
-Merce… me gustas…
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Capitulo 23
El calor en sus mejillas la dejó sin palabras y, aunque intentó liberarse, pronto el sueño la venció, y se quedó dormida en sus brazos.
Ambos durmieron profundamente esa noche.
La mañana siguiente, cuando Manolo despertó y se encontró con Mercedes aún dormida en sus brazos, recordó las tonterías que había hecho la noche anterior. El calor subió a su rostro, y su cara se puso tan roja como un tomate hervido. Su brazo, en el que Mercedes se apoyaba, se puso tenso,
Mercedes sintió que el “almohadón” se endurecia, y, incómoda, intentó encontrar una postura más cómoda. Pero de repente, la claridad de la situación la golpeó, y abrió los ojos de golpe.
La confusión se desvaneció al ver el rostro cercano y sonrojado de Manolo, Ella también se sonrojó intensamente y, con torpeza, se apartó de sus brazos, frustrada, mientras se arreglaba el desordenado cabello.
-Solo te traje de regreso, fuiste tú quien… Mercedes se detuvo, sintiéndose incapaz de terminar la frase. Manolo, todavía sonrojado, murmuró un “mmm” sin añadir más.
El silencio de Manolo la hizo sentir como si le hubieran echado un balde de agua fría. Con torpeza, se apresuró hacia la puerta del dormitório, deseando escapar de la situación incómoda.
Pero justo cuando su mano tocó el pomo de la puerta, Manolo colocó la suya encima,
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