Capítulo 18
La puerta se cerró nuevamente y Océano se quedó inmóvil, mirando la puerta cerrada con los ojos llenos de lágrimas.
Nunca pensó que las cosas terminarían así, sintiendo su corazón vacío.
¿Cómo pudo suceder esto? ¿Cómo fue que ella se fue tan decidida, sin siquiera darle una oportunidad para enmendarlo?
En un principio, todo parecía perfecto entre ellos. Ya tenían un hijo y estaban tan cerca de construir una familia feliz. Ahora, todo eso parecía nada más que una ilusión.
Él había cometido errores, y ahora se arrepentía profundamente. Pero parecía que nunca volvería a encontrar a aquella Mercedes que una vez lo miraba con tanto amor.
A través de la ventana, Mercedes levantó la vista y vio a Océano, cabizbajo y con un aura de tristeza a su alrededor. Parecía realmente desconsolado.
Mientras ese pensamiento cruzaba su mente, una voz familiar la sacó de sus pensamientos.
-¿Te duele verlo así?
Mercedes se sobresaltó al escuchar la voz repentina. Al voltear, vio a Manolo con una expresión inescrutable. Ella se quedó en silencio un momento, y cuando estaba a punto de responder que no, él volvió a hablar.
-Merce, ¿podrías… dejar de quererlo?
Manolo estaba nervioso, temiendo que ella lo rechazara en el acto.
Era un miedo que lo había perseguido por mucho tiempo. Aunque ahora Mercedes estaba divorciada, él apenas reunía el valor suficiente para pedirle que no regresara con Océano. Sin embargo, no se atrevía a confesarle lo que sentía.
En lugar de responder a su pregunta, Mercedes le hizo una pregunta de vuelta.
-¿Por qué dices eso?
¿Por qué pensaba que ella volvería?
Manolo bajó la cabeza, evitando que ella leyera su expresión. Después de un rato, habló con voz apagada.
-Después de todo, ustedes estuvieron casados por tres años. Ahora que él está suplicando, cualquier chica podría sentir compasión, ¿no?
Mercedes asintió levemente, pero eso hizo que el corazón de Manolo se encogiera.
Para su alivio, ella negó con la cabeza inmediatamente después, calmando su inquietud.
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Capitulo 18
-No, ya no hay vuelta atrás. Lo nuestro es cosa del pasado. No importa cuánto se arrepienta ahora, no puede cambiar lo que hizo ni borrar el daño que causó
-Manolo, las personas siempre deben mirar hacia adelante, ¿verdad?
Con esas palabras, Mercedes volvió su atención a los datos que estaba revisando. Ya no había tristeza en sus ojos, solo una calma serena.
A su lado, Manolo regresó a su asiento, sintiéndose lleno de esperanza.
Aunque Mercedes no entendia cómo había cambiado tan rápido su estado de ánimo, de estar preocupado a estar sonriente, sabía que debía mucho a él.
A pesar de haber sido una estudiante prodigio en el pasado, había dejado el laboratorio durante tres años. Cuando regresó a Sierra Plata, no cualquiera le habría dado una segunda oportunidad para seguir con sus experimentos. Sin embargo, Manolo confió en ella sin dudarlo.
Cuando llegó, incluso su maestro dudaba en asignarle responsabilidades importantes, pero Manolo la respaldó completamente, dándole la oportunidad que necesitaba. Y ella no lo decepcionó, entregando resultados excelentes.
Pensando en eso, Mercedes le sonrió con gratitud.
-Manolo, gracias.
Su agradecimiento inesperado hizo que Manolo levantara la mirada, un tanto confundido. Sintiendo su mirada, ella no explicó más, simplemente le dio una palmada en el hombro
con seriedad.
-Manolo, deja de soñar despierto. Estamos atrasados con nuestros experimentos, necesitamos acelerar el paso.
Manolo carraspeó y asintió.
Poco después, una voz suave y cálida resonó nuevamente, cargada de una ligera sonrisa. -Merce, a quien debes agradecer es a ti misma por nunca haberte rendido.
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