Capítulo 17
Mercedes no dudaba de la capacidad de todos ellos. Después de todo, eran los mejores estudiantes de sus respectivas escuelas, habiendo escrito infinidad de tesis, su habilidad para escribir era indiscutible.
Así que, al salir del laboratorio, lo primero que hizo Mercedes fue cerrar la puerta, aislándose de las miradas curiosas que cuchicheaban desde adentro.
-Dime, ¿qué te trae por aquí esta vez, que has venido de tan lejos a buscarme?
Miró a Océano como si fuera alguien conocido pero no cercano, aunque en el fondo no podía evitar preguntarse: ¿Será que a Océano le gusta salir del país?
Porque cuando Consuelo estaba en el extranjero, él parecía tener siempre una excusa para viajar al exterior. Ahora que Consuelo había regresado y Mercedes había salido, él seguía viajando con frecuencia.
Mercedes frunció el ceño mientras reflexionaba, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Océano.
-Merce…
Sin embargo, apenas había comenzado a hablar cuando ella lo cortó sin piedad.
-Sr. Océano, ya estamos divorciados. Creo que nuestra relación no es lo suficientemente cercana como para usar apodos. Mejor llámeme Srta. Mercedes.
Su tono era cortés pero distante, levantando una muralla a su alrededor. Antes, él estaba dentro de esa muralla, pero ahora, era el que había quedado fuera.
Océano esbozó una sonrisa amarga. Aunque no quería cambiar la manera de llamarla, temía molestar a Mercedes y perder la oportunidad de esta conversación tan difícil de conseguir. Sin embargo, referirse a ella como “Srta. Mercedes” se le hacía demasiado distante. Después de sopesarlo, eligió una solución intermedia, òmitiendo el nombre por completo.
-No quiero casarme con ella. El bebé fue resultado de que ella aprovechó que estaba borracho… En realidad, hace tiempo que dejé de amarla. Solo fue un capricho por lo que no pude ver mis propios sentimientos. ¿Podrías perdonarme esta vez? De verdad, reconozco que me equivoqué, por favor, no me dejes…
El título familiar que iba a escapar de sus labios fue tragado de nuevo bajo la mirada de ella. Aunque su postura era sincera, lo que ahora Mercedes necesitaba no era sinceridad. Ella negó con la cabeza, observándolo. Su atuendo familiar le hizo recordar el tiempo en que estaba casada con él. En aquel entonces, él la miraba con la misma ternura.
Pero en ese tiempo, ella no se dio cuenta hacia quién iba dirigida esa ternura, y ahora, no
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se atrevía a creer en ella de nuevo.
-Dices que lo de Consuelo fue un capricho de juventud, entonces, ¿cómo puedes estar seguro de que lo que sientes por mí no es solo un capricho por mi partida?
-Sr. Océano, nadie se queda en el mismo lugar para siempre. Debemos mirar hacia adelante. Tú ya lo hiciste, ahora yo también lo haré.
Océano negaba con la cabeza mientras escuchaba sus palabras.
-No es así, Merce, no es así. Estoy seguro, mis sentimientos por ti no son un capricho. Merce, de verdad me enamoré de ti.
-Cuando me separé de Consuelo, sentí pena y tristeza, pero en realidad, no fue tan importante. Reconozco que en su momento elegí estar contigo por ella, pero todo lo que vivimos fue real, y mis sentimientos hacia ti también lo fueron.
Océano pensó que sus palabras la harían dudar al menos un poco, pero su mirada se volvió aún más firme.
-Océano, si tus sentimientos por mí son reales pero aun así decidiste desviarte, solo significa que tus sentimientos son demasiado vacíos.
-Y yo merezco algo mejor.
Con esas palabras, Mercedes se dio la vuelta, agitó la mano en señal de despedida y volvió a entrar al laboratorio, cerrando la puerta tras de sí.
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