Capítulo 14
Esto quiere decir que, de ahora en adelante, se puede intentar guiar y tratar en esa dirección lo más posible.
Justo cuando Mercedes empezaba a sentirse mejor, Brayan regresó.
El hombre entró arrastrando una energía tan dominante que hasta la niñera se puso nerviosa. Sin mirarla directamente, le ordenó:
-Llévate a Rosalba abajo.
Luego, con la misma actitud imponente, sus ojos se clavaron en Mercedes y, sin dejar Jugar a objeciones, soltó:
-Ven conmigo al estudio.
Mercedes parpadeó, sorprendida. Por la pinta de Brayan, parecía que venía a reclamarle algo, como si ella hubiera hecho algo imperdonable.
¿Ahora qué? ¿Qué se suponía que había hecho tan grave?
Sin entender nada, entregó a su hija a la niñera y decidió seguir a Brayan.
Apenas entraron al estudio, Mercedes no perdió el tiempo:
-¿Qué quieres de mí?
Sin Rosalba presente, Brayan ya no disimuló su mal humor. Le tiró con voz dura:
-¿De verdad tienes cara para preguntarme eso? Mercedes, ¿te parece divertido? ¿Por qué te dedicaste a ponerle trabas a Pamela y no entregaste el trabajo como se debe? ¿Estás empeñada en arruinar la relación entre los dos grupos? ¿Tienes idea de lo importante que es este proyecto para ambas partes?
Mercedes se quedó helada de la sorpresa. ¿Trabas a Pamela? ¿En qué momento?
Con la mirada firme, contestó:
-Hice lo que me corresponde y seguí el procedimiento. Fue Pamela la que, creyendo que ya lo sabía todo, me pidió que me fuera.
-¡Ya basta!
La voz de Brayan retumbó como un portazo,
-¿Todavía te atreves a culpar a Pamela? Ella no es de ese tipo de
personas.
El tono y la mirada con la que la miraba dejaban claro que no había espacio para la duda: él estaba convencido de que Mercedes era la mala del cuento.
1/3
15.46
Capítulo 14
Esas palabras la recorrieron como hielo, borrando todo el color de su cara. Pamela no sería capaz de hacer eso, ¿pero ella sí? ¿Eso pensaba Brayan?
Años de esfuerzo dedicados a la empresa, noches sin dormir por los proyectos, y nunca había jugado con su responsabilidad. Y aun así, él ni siquiera se tomó el tiempo de escuchar su versión. No importaban los años juntos, todo se derrumbaba por los chismes de otra persona.
Qué ironía, Mercedes… Qué mal has hecho las cosas.
Ya ni ganas tenía de defenderse. Total, él no le iba a creer.
Lo único que sentía era un cansancio que le pesaba hasta los huesos.
El divorcio… tenía que ponerlo sobre la mesa. Ya no podía seguir posponiéndolo.
Brayan, al ver que Mercedes no decía nada, creyó que era porque se sentía culpable. Su expresión se endureció aún más.
Soltó otra advertencia:
-Mercedes, tanto el Grupo Cruz como el Grupo Silva están apostando mucho en esta colaboración. Así que ni se te ocurra seguir poniéndole piedras en el camino a Pamela. Entrega el puesto como corresponde.
-Ahora ven conmigo a la empresa. Vamos a hacer la entrega de trabajo otra vez, y cuando terminemos, te quedas en la casa a cuidar a Rosalba. No quiero que te metas más en nada del trabajo.
No le dio oportunidad de decir ni una palabra más. Solo dictó la orden y esperó que obedeciera.
Mercedes no quería ir. Solo de pensar en la cara de Pamela, en esa actitud altanera y fingida, le daban ganas de vomitar. Esa mujer era pura hipocresía: toda sonrisa por delante y puñaladas por detrás.
¿Acaso Mercedes era alguien tan miserable que tenía que rogar por quedarse? ¿Por qué tenía que volver para entregar algo que ya no era suyo?
Se plantó y contestó:
-Ya terminé mi trabajo. Si algo sale mal, será responsabilidad de Pamela, no mía.
Dicho esto, giró para bajar y acompañar a Rosalba a comer.
Pero Brayan, en dos pasos, la alcanzó y le apretó la muñeca.
-Mercedes, esto no es algo que puedas rechazar.
Sin importarle la resistencia de Mercedes, la arrastró fuera de la casa.
Rosalba, al escuchar el alboroto, se asomó con curiosidad. Todavía esperaba a su mamá
2/3
15-46
Capitulo 14
para comer juntas.
Al darse cuenta, Mercedes suavizó sus movimientos. No quería que su hija se asustara.
Pero Brayan ni se inmutó. Ni siquiera miró a Rosalba en todo el trayecto.