Capítulo 21
Mercedes sintió un nudo en la garganta y respondió con suavidad:
-Está bien.
Cecilia agitó la mano y se marchó rápidamente.
Mercedes la vio alejarse hasta que desapareció de su vista, entonces entró a la casa.
Brayan aún no regresaba.
Para ella, que su esposo no durmiera en casa ya se había vuelto algo de todos los días. Ni siquiera se molestó en buscarlo; fue directo a su cuarto para ver cómo estaba Rosalba.
Tal como imaginó, la niña no dormía tranquila.
Mercedes se puso el pijama a toda prisa y se metió a la cama. Abrazó a su hija, acurrucándola cerca de su pecho, y empezó a arrullarla con palabras suaves.
Quizá por haber estado bajo la lluvia y el viento, Mercedes sentía el cuerpo cortado. Un leve malestar le nublaba la mente. Medio dormida, escuchó el sonido familiar de unos pasos afuera.
¡Era Brayan!
Pero él pasó de largo, sin siquiera detenerse en la puerta.
Ni siquiera parecía importarle si Mercedes había llegado bien a casa esa noche.
Ella ya no tenía fuerzas para pensar más. El malestar la vencía, así que se dejó envolver por el sueño.
Durmió profundo.
Al día siguiente, la despertó la voz de la empleada doméstica.
Abrió los ojos y miró el reloj: ya pasaban de las diez de la mañana.
Un dolor punzante le cruzó la cabeza. Se frotó las sienes y se obligó a levantarse.
La empleada, que estaba ayudando a Rosalba a vestirse, al notar que Mercedes estaba despierta, se acercó y le habló:
-Señora, el señor pidió que, cuando termine de arreglarse, baje con la señorita Rosalba.
Mercedes frunció el entrecejo de inmediato.
-¿Para qué? -preguntó.
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Capitulo 21
Después de todo lo que había pasado antes, no creía que Brayan quisiera verlas para algo bueno…
La empleada apenas iba a contestar, cuando de repente, una voz infantil resonó desde el pasillo.
-¡El robot se transforma y va a pelear contra los monstruos! ¡A la carga!
Esa voz le era muy familiar.
Era… jel hijo de Pamela!
La expresión de Mercedes cambió de golpe, oscureciéndose.
¿Otra vez había llevado a ese niño fastidioso a la casa?
El fastidio le subió como agua caliente por el pecho. Ignoró por completo la sugerencia de la empleada y se llevó a su hija para lavarse y arreglarse con calma.
La empleada se veía cada vez más inquieta, con ganas de apurarla, pero no se atrevía a decir nada y solo esperaba en silencio.
No fue sino hasta unos diez minutos después que Mercedes y Rosalba estuvieron listas y bajaron a desayunar.
Al pasar por la sala, Mercedes vio de inmediato a Brayan sentado en el sofá, ocupado.
Él llevaba puesta una camisa blanca y pantalones negros, con una elegancia fría que le daba un aire de autoridad. Sus manos, de dedos largos y firmes, no paraban de teclear en la laptop; todo indicaba que estaba resolviendo asuntos de trabajo.
A su lado, el hijo de Pamela jugaba solo con un avión de juguete, comportándose como
un niño educado.
Mercedes pensaba pasar de largo, como si no los hubiera visto.
Pero el niño, con la vista más ágil, los notó primero y saludó:
-¡Rosa, ya despertaste!
Mercedes sabía bien que ese niño, al igual que su madre, era muy bueno fingiendo.
No quería que su hija se acercara a él, así que ni siquiera le respondió.
En ese momento, Brayan levantó la mirada y la observó, visiblemente molesto.
-¿No que Rosalba ya estaba despierta desde hace rato? ¿Por qué tardaron tanto en bajar?
Mercedes mantuvo el semblante sereno y replicó sin emociones:
-¿Qué pasa? ¿Para qué nos querías?
Brayan, al notar su actitud, arrugó un poco el ceño, pero no se enojó.
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Capitulo 21
-Leonel lleva rato esperando a Rosalba. Quiere jugar con ella.
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