Capítulo 10
Al ver que Ginés regresaba, con ese semblante impecable y esa expresión tan distante, Dana comprendió de inmediato que la plática con Pamela no habia terminado bien, Ginés ni siquiera se molestaba en ocultar su fastidio hacia Pamela.
Soraya, mientras tanto, estaba distraida, jugando con su vaso de jugo. Miró a Ginés y preguntó, casi en un susurro
Te dijo algo de mi? ¿Como, no sé, si habló mal de mi o algo así. 7
Ginés levantó la mirada, serio
—¿Le hiciste algo para molestarla?
-Claro que no!-bufo Soraya, inflando las mejillas–¿Tú crees que tengo tanto tiempo libre como para andar en esas
cosas?
En ese momento, Fabián entró, saludando con un movimiento de cabeza a Ginés. Evitó sacar el tema de lo que habla pasado afuera, sabia que a Dana no le haria gracia, después de todo, ver a tu pareja recibiendo los abrazos de otra no era cualquier cosa
Joaquin, siempre listo para meterle candela al asunto, soltó una carcajada sarcastica.
-¿Para qué le preguntas a la niña? Si la que se pasa es Pamela, Hasta vino siguiéndolo, ¿no? A ver si primero se mira en el espejo antes de armar tanto drama.
Fabian encendio un cigarro y habló con calma:
-Por como se ve la cosa, aunque le pidas el divorcio, esa Pamela te va a seguir buscando. Ginés, prepárate porque esto
apenas comienza
Ginés permaneció en silencio, impávido, y sirvió una bebida a Dana, como si nada de esto le afectara.
Dana solo sonrid suavemente, sin opinar ni mostrar reacción. Estaba claro que para ella, todo ese episodio no pasaba de ser una simple anécdota sin importancia.
Soraya, al ver la tranquilidad de todos, sintió una punzada de culpa. Pero enseguida se tranquilizó. En el fondo, penso. aunque ella no estuviera metida, Pamela -con esas mañas de andar detrás de la gente- igual habría terminado haciendo un escandalo
Así que, ¿para qué molestarse en dar explicaciones? Pamela siempre había sido asi, una persona que no se valoraba, Al final, ¿qué más daba si la acusaban o no?
Con ese pensamiento, Soraya recobró su ánimo y, sin preocuparse más, volvió a platicar emocionada con Dana sobre la vida en la Universidad de las Estrellas, llenándola de preguntas y anécdotas.
Pamela, por su parte, habia agendado una cita con su doctora principal para el lunes siguiente, donde discutirian a detalle opciones de tratamiento conservador.
El viernes por la mañana, Jimena le envió un mensaje por WhatsApp
Pamela hoy en la tarde Higinio va a la competencia de control de vuelo de drones. Yo deberia ir, pero prefiero que tú vayas y busques chance de platicar con él. Aquí te mando la invitación.)
Jimena, siendo de las principales accionistas, tenia razones de sobra para asistir, pero quiso darle a Pamela la oportunidad de acercarse a Higinio, a ver si asi las cosas mejoraban entre ellos
Pamela sintió una mezcla de gratitud y remordimiento. Penso en todo el tiempo que había perdido confiando en la persona equivocada, fallándole a quienes si le tenian fe No podia evitar sentirse culpable.
A las diez de la mañana, Pamela presentó su solicitud de renuncia. Como aún debía hacer entrega de su puesto, decidio pasar toda la información importante a una colega del departamento de relaciones públicas que consideraba adecuada para reemplazarla
-¿De verdad te vas, señorita Vivez?-La subgerente la miró con tristeza.
Si–respondió Pamela, sin rudeos
La subgerente siempre le había tenido aprecio a Pamela, a pesar de que por fuera podia parecer distante, en el fondo era una buena persona
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-Has estado enferma varias semanas, ¿ya fuiste al doctor? ¿Tu esposo te acompañó?
Pamela dudo un instante, pero contestó:
-Si, fui. No es nada grave.
No quiso decir si su esposo la había acompañado o no. Aunque estuviera en las últimas, Ginés jamás se tomaría la molestia de acompañarla
La subgerente, tranquila después de eso, cambió de tema, sonriendo con cierta envidia:
-Tienes suerte de tener un buen esposo. Mira, Dana, por ejemplo… ¿La conoces? Mira esta foto,
Pamela bajo la mirada y vio la pantalla del celular. En la imagen, Ginés ayudaba a Dana a caminar y, en la siguiente, la cargaba en brazos sin preocuparse por las miradas ajenas.
-A Dana le molestaban los tacones -comentó la subgerente- y señor Leyva la levantó como si fuera lo más natural. Eso si es tratar a una mujer como una princesa.
-Aqui todas en la empresa la envidiamos, ¿sabes? Es guapa, tiene un curriculum impresionante, la buscan empresas de las grandes y, encima, tiene a alguien como el señor Leyva abriendole el camino. Yo digo que pronto será la señora jefa de LS. Qué pena que te vayas, Pamela. Si no, podrias haberle sacado provecho a esa amistad.
Para los empleados de LS, Dana ya era considerada prácticamente la jefa. Nadie podia negar el favoritismo descarado de Ginés.
Pamela bain
la mirada y se fue directo al baño a retocarse el maquillaje, cubriendo el tono pálido de su cara.
No queria perder tiempo. Como su renuncia seguia sin ser aprobada, decidió tomar el elevador y subir al último piso.
Justo al salir, se topó con Miguel.
-¿Y Ginés?-preguntó Pamela.
Miguel frunció el ceño:
-¿Otra vez vienes a traerle comida? Ni siquiera es hora de almuerzo. Ya te dijeron, señorita Vivez si no es esencial, no molestes al señor Leyva.
En ese instante, Pamela entendió por qué Miguel estaba tan incómodo con su presencia.
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