Capítulo 3
Aquella mirada intensa suya, como si tuviera la capacidad de atravesarte, te hacía sentir que Alfonso era todo un romántico empedernido.
-Voy a salir a fumar un cigarro, y después nos vamos de aquí -dijo Alfonso, con la voz tranquila.-
Tal vez confiaba demasiado en mí. O quizás no le importaba que yo malinterpretara sus intenciones. Al fin y al cabo, solo estaba cumpliendo con lo que sus amigos decían, actuando como si fuera el tipo más apasionado del mundo.
Por eso tomé su celular, que no paraba de recibir notificaciones. La contraseña era mi fecha de cumpleaños. Siempre lo había sabido, pero jamás había sentido la necesidad de revisarlo.
Al desbloquearlo, vi que una chica llamada “Duraznita” le había mandado muchos mensajes. La había agregado apenas ayer.
[Alfonso, volviste muy tarde anoche. Debes descansar más.]
[Escuché que te vas a casar. ¿Puedo recibir una invitación? Me encantaría compartir tu felicidad.]
[Cuando te vi bajar del avión, te noté un poco incómodo. ¿Estás bien?]
[Me quedé despierta toda la noche preparando un poco de atole para ti. ¡Dime que no soy increíble!]
Él no había respondido a ninguno de esos mensajes, excepto a uno.
[Tráemelo a esta dirección.]
Miré la caja térmica rosa sobre la mesa y sentí que el estómago se me revolvía.
La chica seguía escribiendo:
[¿Estás enfermo? ¿Quieres que me quede contigo en el hospital?]
[Si terminas el atole, puedo preparar más.]
[Tienes que cuidarte mucho, Alfonso.]
[He estado sentada en el vestíbulo toda la noche. Mis piernas están dormidas y mi estómago duele por mi período.]
Apagué el celular y dejé los mensajes sin leer.
Me levanté de la cama y, al llegar al vestíbulo, ahí estaban Alfonso y la chica de ayer. Los observé desde la distancia, mientras platicaban animadamente. La chica gesticulaba exageradamente, con su coleta saltando al ritmo de sus movimientos. En un momento,
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Capítulo 3
ella hizo un gesto de puchero y se tocó el vientre. Alfonso, por su lado, le acarició el cabello.
Por un instante, me sentí como una intrusa en la vida de alguien más. Desde el beso de anoche hasta la caricia de hoy; parecía que Alfonso realmente gustaba de ella. Claro, ¿quién no querría a alguien que te cuida sin esperar nada a cambio y que solo tiene ojos para ti?
Me reí de mí misma, con amargura, y me di la vuelta. Al llegar a la esquina, me topé con Vicente.
Salió de las sombras, lanzando una mirada hosca hacia Alfonso.
-¿Ese es el rival que me elegiste? -preguntó, con sarcasmo,
Lo miré directamente a los ojos.
-No te hagas ilusiones.
-Noelia, ¿por qué dejaste de perseguirme?
Su pregunta me dejó perpleja. Lo había perseguido durante diez años, ¿y aún no era suficiente? Desde que dejé de hacerlo, él no ha parado de aparecer para recordarme su presencia. Probablemente no es que le guste, sino que, al igual que Alfonso, no puede soportar perder
-¿Aun así, vas a casarte? -preguntó Vicente, como si no pudiera entenderlo.
-Ocúpate de tus propios asuntos–le respondí, esbozando una sonrisa irónica. Hace tiempo que te dejé atrás. No quiero verte más.
Pasé de largo.
-¿No te importa que él tenga a alguien más? -gritó Vicente detrás de mí.
Me importaba. Apreté el pecho, sintiendo una punzada de dolor. Pero sabía que algún día se aliviaría. Solo faltaban veinte días, Noelia. Aguanta un poco más.
De camino a casa con Alfonso, le conté que el vestido de novia que habíamos mandado a hacer se había arruinado accidentalmente.
-¿Crees que sea una señal de que algo malo va a pasar? -pregunté, fijándome en su expresión.
Apenas frunció el ceño antes de girarse para tomar mi mano, sonriendo con la misma calidez de siempre.
-¿Qué te parece si vamos a ver otros vestidos mañana?
Ese vestido había sido diseñado por mi diseñador favorito, único en su clase, y nos había tomado medio año hacerlo. Llegó hace apenas una semana, y Alfonso no había tenido la oportunidad de verme con él puesto. Ya no lo quería.
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¿Me sentía triste por eso? No, no lo estaba.
Alfonso, ¿no querías jugar? Apenas estamos comenzando.
Al día siguiente, fuimos a buscar un nuevo vestido. Ninguno de los que vimos me quedaba bien. Pasamos todo el día en ello, y no encontré ninguno que me gustara.
De regreso a casa, suspiré.
Qué pena, todo es mi culpa por no tener cuidado.
Alfonso sonrió.
-No te preocupes, tenemos tiempo.
Lo miré a los ojos.
-Alfonso, el vestido está dañado. ¿Qué tal si no nos casamos?
* Z Z Z J X X X X
Frenó de golpe, y la inercia me llevó hacia adelante. Alfonso extendió su brazo para protegerme.
-¿Noe, estás bien?
Asentí.
Entonces qué pasó? Estaba bromeando.
Me apretó la mano con fuerza, y me abrazó
-Amor, no puedes bromear con eso. No sabes cuánto he esperado este día.
“¿En serio? Pero Alfonso, ¿no era este el plan desde el principio? Acompañarme a elegir el
Crear
recuerdos felices juntos, para luego apuñalarme por la espalda. Solo te estoy ayudando a crear esa oportunidad. ¿De qué tienes miedo?”
vestido, a a escribir las invitaciones,
Esa noche, al cerrar la puerta, Alfonso me empujó contra el mueble de la entrada, sus manos recorriendo mi cuerpo, urgentes. Sus besos cayeron sobre mí como una tormenta, ansioso por desahogar sus emociones.
Lo evité, empujándolo suavemente.
-Alfonso, me siento mal. No quiero.
El rechazo lo detuvo en seco. Intentó buscar algo en mi rostro. Tras unos segundos, suspiró y me abrazó, acariciando mi vientre con ternura.
-¿Todavía te duele el estómago?
No asentí ni negué.
Sus besos se deslizaron hasta mi cabello.
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Capítulo 3
-Siéntate un rato. Voy a darme una ducha y luego te prepararé algo de comer.
El celular parpadeaba nuevamente a mi lado. Lo desbloqueé y vi los mensajes de la chica. [Aún no he recibido mi invitación, Alfonso.]
[Por cierto, la señora Belinda me pidió que fuera a tu empresa mañana. ¡Mi currículum fue aceptado!]
[Espero que todo salga bien, así podré verte todos los días y llevarte el almuerzo, lo preparé yo misma.]
Coloqué el teléfono con suavidad y abrí mi diario de preparativos de boda.
Escribí: [Cuenta regresiva para la boda: 19 días. Hoy fui con Alfonso a elegir el vestido de novia. Qué lástima, ninguno me quedó bien, tal vez porque he perdido mucho peso últimamente buscándolo. Pero no importa, estoy tan contenta de convertirme en su esposa. Él debe sentirse igual, ¿verdad?]
Revisé las páginas anteriores y anoté los pequeños eventos recientes.
[Cuenta regresiva para la boda: 30 días. Alfonso ha desaparecido. No puedo encontrarlo.
Pasé la noche llorando mientras veía el plan de nuestra boda en la tablet. Mis ojos están hinchados.]
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